miércoles, 24 de agosto de 2011


El día le tornaba espeso y nublado, como si caminase con veinte kilogramos de plomo sobre sus hombros. A decir verdad, la ciudad se encontraba en vísperas de primavera y era un día radiantemente admirable. Pero para ella, la compungida transeúnte, la tarde se plantaba triste, como un niño sin diversión ni juego alguno para explotar su imaginación. Caminaba sin razón alguna, tal vez con una excusa, como visitar a su amable tío del otro lado de la ciudad, pero en realidad buscaba algo que la hiciera vivir, verificar si sus músculos todavía funcionaban, si su corazón todavía bombeaba. En las esquinas, invadidas por semáforos, autos, publicidades y basura (o solo por basura), ella paraba, como las demás personas, a esperar su turno de cruzar; mas cuando tenía la oportunidad, se quedaba petrificada, ahogada, en su absorto y gris pensamiento. Al cabo de unos minutos, reaccionaba y cruzaba sonrojada, espiando de reojo que nadie haya visto su peculiar accionar... Definitivamente, era una muchacha con una espina clavada.




"And when you want to live
how do you start?
where do you go?

who do you know?"



Gracias Morrisey, encontre en tu retórica el final de mi ensayo. (L(L(L

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